La moneda ha ganado terreno frente a otras divisas durante el 2022 y ha aumentado su poderío

El Siglo XX contiene gran parte de la explicación por la que el dólar estadounidense es la principal moneda del mundo y la razón por la que aún ahora, después de varias décadas, mantiene un poderío que parece no tener fin, incluso cuando hay una desaceleración económica en su país de origen.

Una reciente publicación del Fondo Monetario Internacional (FMI) entregó la solución a gran parte de las preguntas de porqué el dólar es tan fuerte a nivel internacional y es precisamente la Segunda Guerra Mundial la que marcó el antes y el después para esta moneda, desde los Acuerdos de Bretton Woods.

Una vez terminó este conflicto bélico, las reservas de divisas internacionales, los contratos de materias primas y gran parte de las transacciones internacionales comenzaron a hacerse en dólares, principalmente porque Estados Unidos se encargó de proveer armamento y recursos a diferentes países y comenzó de una manera más marcada la deuda externa o internacional, acentuándose en la década del 70.

Incluso, este mismo año la Reserva Federal (FED) publicó un estudio en el que remarcó que el dólar sigue siendo la principal moneda del mundo y no tiene aún quién le compita, aún con los desafíos geopolíticos actuales y las tecnologías que crecen alrededor de las monedas digitales.

El texto señala que el papel internacional del dólar, ya sea para el comercio, la inversión o el uso como moneda de reserva mundial, “continúa siendo bastante fuerte, y no hay nada en el horizonte que pueda competir con él”.

Pese a estas características, los autores también citaron algunas circunstancias que pueden afectar el uso del dólar a nivel internacional en el tiempo: las sanciones a rusia, que pueden causar desdolarización de otras naciones que quieran evitar sanciones similares; y el uso de las monedas digitales y criptomonedas, que llegarían en algún momento a reemplazar el papel del dólar en los pagos y las inversiones.

Las reservas con un papel protagónico

En la actualidad, alrededor de un 60% de las reservas en moneda internacional que tienen los diferentes bancos centrales del mundo están invertidas en dólares, como lo presenta el profesor de la Universidad de Cornell, Eswar Prasad, en la publicación del FMI.

Y es precisamente este factor el que le da la supremacía al dólar, pues esto demuestra que la moneda estadounidense representa todavía estabilidad para otras economías e inversores en momentos de desaceleración o recesión.

Sin embargo, la cantidad de reservas en dólares pasó de un 70% en 1999 a casi 60% en 2021, de acuerdo a las estimaciones del FMI -fenómeno explicado especialmente por el ingreso del euro al mercado-, pero aún así “la presencia de esta moneda en el comercio mundial, la deuda internacional y los empréstitos no bancarios sigue superando con creces la proporción de Estados Unidos en el comercio, la emisión de bonos y los préstamos y empréstitos internacionales”, según los datos del organismo sobre la composición de las reservas oficiales de divisas.

Las implicaciones de un dólar fuerte

Cálculos de la FED destacan que entre 1999 y 2019 el dólar representó el 96% de la facturación comercial en las Américas, el 64% en Asia y el Pacífico, y el 79% en el resto del mundo, sin contar Europa.

Incluso, se estimó que para el primer trimestre de 2021 habían US$950.000 millones en manos de extranjeros, que representó casi la mitad de billetes que estaban en circulación para ese momento.

Es así como la dominancia del dólar y su constante ganancia frente a otras monedas del mundo, tiene implicaciones en las economías del mundo, en especial en aquellas en desarrollo.

En mayo, por ejemplo, cuando el dólar tomaba mucha más fuerza de la actual y ad portas de que la FED comenzara el camino para comenzar a subir tasas, los costos de los préstamos aumentaban y los inversores, en una acción rápida, comenzaron a comprar dólares como un refugio ante la incertidumbre económica, tendencia que se ha mantenido en gran parte del mundo desde entonces.

Y es que aún cuando el dólar está alto y sirve para ponerle freno a los precios (intención principal de la FED), este mismo factor genera que los precios de las importaciones afecten las economías que dependen de materias primas, aumentando la inflación y reduciendo el capital disponible.

Son las economías emergentes, principalmente, las que más sufren los efectos de un dólar al alza, como pasa en América Latina, pues los precios suben, se debilita la moneda local y los bancos centrales se ven también en la necesidad de aumentar sus tasas para contener estos efectos.

Estas condiciones económicas tienen además repercusiones en las inversiones extranjeras que hay en las economías en desarrollo, pues con tasas más altas y una moneda fuerte, los capitales se dirigen a Estados Unidos, pues se considera ahora un refugio, mientras que los países emergentes y con déficits de cuentas corrientes seguirán sufriendo de alta volatilidad, al menos en el mediano plazo.