Las ‘stablecoins’ tuvieron dominancia en la primera parte del 2022, pero el ‘cripto invierno’ las ha impactado. ¿Cómo funcionan?

Las principales criptomonedas del mercado han mantenido una tendencia a la baja en lo que va del año. Parte de ese comportamiento se explica por factores macroeconómicos como la alta inflación, los altos tipos de interés y las previsiones de una posible recesión económica.

Pero mientras eso sucede con los token digitales protagonistas del mercado, como el bitcoin, que ha acumulado pérdidas cercanas al 45% entre enero y julio, otros token digitales nativos han sabido marcar la pauta en el mercado y tener buenos niveles de negociación.

Estas son las ‘stablecoins’ o criptomonedas estables, que se crearon para reducir la volatilidad que sufre el mercado cripto y que buscan ser, en su mayoría, un refugio para los inversores en tiempos de alta volatilidad, aunque este año no han tenido tan buenos resultados.

Las ‘stablecoins’ normalmente están asociadas al valor de una moneda ‘fiat’ (como el dólar o el euro), a bienes materiales como el oro o los inmuebles, u otra criptomoneda, a estas se les conoce como ‘colateralizadas’ (o respaldadas). Por otra parte están las ‘no colateralizadas’ y que no están asociadas a ningún valor externo, sino que a través del mismo algoritmo del blockchain que utilizan intentan evitar las fluctuaciones del precio. únicamente algoritmos para evitar las fluctuaciones de precio a través de los ‘smart contracts’.

Las más sonadas y su atractivo

En la actualidad y por capitalización de mercado, los principales ‘stablecoins’ son Tether USDT (US$65.861 millones), USD Coin USDC (US$54.753 millones), y Binance USD BUSD (US$17.803 millones), con corte al 27 de julio, según Coin Market Cap.

El atractivo de estas monedas es que mantienen la paridad con el dólar estadounidense de uno a uno (1:1), aunque cuando esta paridad se pierde, así sea por poco, el mercado suele resentirse, como le sucedió a Tether en mayo, aunque en poco tiempo recuperó terreno.

Esta paridad, acompañada de las múltiples transacciones que ahora se pueden hacer en ‘stablecoins’ y la baja tasa o comisión que cobran los operadores por las transferencias han aumentado la popularidad de los token digitales en los diferentes países de América Latina, en donde la inflación también ha aumentado la adopción de dichas cripto.

Además, los países de la región en donde se atraviesa un alza en los precios, ven en este tipo de criptomonedas una cobertura ante la devaluación de sus monedas locales frente al dólar, pues invertir en USDT, USDC o BUSD, por mencionar algunas, también se asume como una forma de proteger el capital de las personas o de ahorro, para minimizar el impacto de la devaluación.

Algunos estudios señalan a México, Argentina, Colombia y Venezuela como los de mayor adopción de este tipo de criptomonedas, pues también el mercado se está viendo como una forma de inversión y no necesariamente como un medio de compra.

Pero, como se explicó anteriormente, algunas ‘stablecoins’ no están vinculadas al dólar y buscan su balance a través del propio blockchain, razón por la que su valor puede perder la paridad con la moneda estadounidense y colapsar, como fue el caso de LUNA, la criptomoneda estable de Terra.

¿Qué pasó con LUNA?

Este fue el token digital nativo del blockchain Terra y en los primeros meses de 2022 logró crecer hasta un 20% su valor, llegando a una capitalización de mercado de US$40.000 millones en los primeros días de abril.

Mantener los precios estables a través del algoritmo hizo que los ojos de los inversionistas se fijaran en LUNA. “Las ‘stablecoins’ en la red TERRA utilizan un método diferente para mantener la paridad de precio en comparación con otras respaldadas por fiat y por cripto. Las stablecoins colateralizadas generalmente permiten al holder (tenedor) intercambiar su stablecoin por una cantidad equivalente de moneda fiduciaria o una cierta cantidad de criptomonedas”, era la explicación que entregaba la Academia Binance en su momento.

Y entonces, en momentos en los que la paridad se pierde, las plataformas suelen ofrecer incentivos para que haya un aumento o reducción de la oferta, según sea el caso. Por ejemplo, si se quieren US$100 y el precio de LUNA o la ‘stablecoin’ en referencia es de US$50, se deben quemar dos tokens para recibir los US$100, y así a la inversa.

Pero pese a su popularidad y buen rendimiento, LUNA entró en debacle y se desacopló del dólar estadounidense.

Este tipo de criptomonedas mantienen su paridad porque pueden cambiarse fácilmente por efectivo o equivalentes de efectivo de gran liquidez, pues normalmente están soportadas por una moneda fiduciaria, una materia prima u otra cripto. Pero con LUNA el experimento de soportar su paridad desde un algoritmo no salió tan bien.

Fue en los primeros días de mayo que la paridad entre LUNA y el dólar se perdió y tocó un piso de hasta US$0,68 cada token, acompañado de retiros masivos de UST de diferentes proyectos, lo que hizo perder aún más su valor.

Este hecho en particular aumentó el debate sobre la validez que tienen las ‘stablecoins’ y sus respaldos, pues en ocasiones se desconfía de las auditorías que garantizan que las empresas responsables tienen los fondos suficientes para respaldar las operaciones. Y aunque todo el mercado cripto atraviesa volatilidad y en ocasiones falta de confianza, la crítica directa a las monedas estables vinculadas a un algoritmo es más fuerte, pues los expertos aseguran que estas son intrínsecamente frágiles y viven en alta vulnerabilidad.