Una política monetaria agresiva en EE.UU. y la incertidumbre económica en Europa mantiene a la moneda europea muy cerca de la americana

Durante dos décadas el euro cotizó por encima del dólar estadounidense de manera sustancial y mantuvo una lejanía a su favor, mostrando la fortaleza de la moneda local europea y haciéndola atractiva para los inversionistas.

Pero los aires de recesión en Estados Unidos, la alta inflación por la que atraviesa este país y también parte de las potencias europeas, así como políticas monetarias agresivas para frenar la escalada de los precios, así como la guerra de Rusia en Ucrania, hicieron que se presentara un escenario que parecía lejano: la paridad del euro con el dólar.

La temida paridad, para muchos, llegó el 13 de julio de 2022, cuando se cotizó brevemente por debajo del dólar para luego revertir las pérdidas e igualar el valor. Su caída ha sido este año inesperadamente rápida, pues su devaluación llegó a un 13% desde febrero, mes desde que marcó las mayores pérdidas, pues en ese momento se cotizaba en unos US$1,15.

Entre los diferentes escenarios macroeconómicos que han pesado sobre la moneda europea, ha sido la guerra de Rusia en Ucrania la que más ha impactado en su valor frente al dólar estadounidense, pues las perspectivas de crecimiento de la zona euro se han debilitado y sus importaciones energéticas, principalmente rusas, se han encarecido.

Frente a los temores y los indicadores débiles, en su reunión del 21 de julio el Banco Central Europeo (BCE) sorprendió al mercado y aumentó su tasa de interés en 50 puntos básicos, cuando las encuestas previas hablaban solo de 25 puntos básicos. Sin embargo, la decisión del emisor no fue suficiente para frenar la debilidad del euro y el viernes -22 de julio- la moneda seguía perdiendo terreno, cayendo un 0,3% en la jornada y ubicándose en US$1,01, llevando su caída acumulada anual a 10%.

Tras la decisión, el BCE siguió la ruta de más de 80 bancos centrales que este año ya han tomado decisiones sobre su tasa y la han subido con la intención de frenar la inflación.

Aun con la decisión del BCE y la falta de información sobre la ruta de la política monetaria en los próximos meses, el mercado no espera intervenciones directas en el mercado de divisas por parte del emisor, como ya ocurrió en Chile y la India, cuyos bancos centrales han tomado acciones debido a las pérdidas de su moneda frente al dólar y las altas tasas de cambio.

El gas ruso, un protagonista en el par euro-dólar

La desaceleración económica en la zona euro parece inevitable y los aires de recesión también son un comentario del día a día en los mercados. Los escenarios están tan latentes que incluso una nota publicada a inicios de julio por la institución financiera ING señaló que la recuperación económica del bloque de países se había “cancelado” y que ya no dependería únicamente de si había o no un corte de gas ruso.

Precisamente, desde que comenzó la guerra en Ucrania, se han evaluado escenarios en los que las sanciones a Rusia por parte de Occidente terminen por interrumpir el suministro de gas a Alemania y por ende a Europa, lo que aumentaría en altos porcentajes el precio de la energía en el continente.

En ese momento, ING rebajó la proyección del crecimiento del PIB de la zona euro a 2,6% para todo el 2022 y pronosticó una recesión a finales del año, sin llegar a predecir “un cese total” del petróleo y gas rusos, según la nota firmada por el economista Carsten Brzeski.

Pero el gas ruso también ha sido protagonista por los trabajos de mantenimiento en el gasoducto Nord Stream. Los temores de que este suministro no se reanudara tras los 10 días previstos de mantenimiento también presionaron los precios de la energía y por ende al euro. Sin embargo, al final de la jornada del 21 de julio, el suministro regresó al 40% de su capacidad, el nivel al que estaba antes de los trabajos técnicos, aunque no se espera que el nivel regrese al 100%.

Los que pierden y ganan por la paridad

Aunque los gobiernos europeos verán un impacto en sus cuentas por esta paridad, serán los consumidores de la eurozona los que comiencen a pagar ‘los platos rotos’ por las pérdidas de su moneda frente al dólar, pues al aumento de tasas del BCE y la alta inflación, se suma que los productos importados ahora costarán más, pues el diferencial cambiario favorable ya no será el acostumbrado, al menos no en el corto plazo.

Aunque estos efectos descritos para los consumidores europeos no se verán tampoco de inmediato, pues si hay una característica en la mayoría de los actores del comercio internacional del viejo continente, es que los contratos que suscriben para la importación de materias primas y productos siempre tienen anticipación, razón por la que el golpe de la paridad llegaría después, en el mediano plazo.

Caso contrario podría verse en México para una parte de la economía, aun cuando la mayor cantidad de su comercio internacional se desprende de Estados Unidos, pues la devaluación del euro tendrá beneficios para las empresas locales que traen bienes de Europa, ya que su capacidad adquisitiva se elevará.